“Entonces ya no seremos inmaduros como los niños. No seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. No nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad.” (Efesios, 4:14 NTV)
En la primera parte de este tema (clic aquí para leer), hablábamos sobre la importancia de realizar algunas distinciones sobre ciertas nociones; primeramente entre cristianismo y cristiandad, buscando remarcar que los fallos de las personas cristianas en cuanto a su moralidad, enseñanzas o en sus acciones, no anulan en nada la veracidad y las enseñanzas doctrinales del cristianismo; sino que más bien afirman la necesidad de experimentar una transformación coherente ante la figura de Cristo, la necesidad de una búsqueda constante, crecimiento y perfeccionamiento ante la verdad (de forma personal y como un cuerpo), y sobre todo, la realidad de que internamente hubo, hay y habrá muchos falsos maestros, muchas falsas doctrinas y muchos falsos profetas.
En este sentido, es necesario hacer una segunda aclaración de conceptos y definiciones para el posterior abordaje de estas falsas doctrinas; distinción que procederemos a realizar en este texto.
DISTINCIÓN ENTRE FALACIAS, SOFISMAS Y PARALOGISMOS
La segunda gran aclaración que tenemos que hacer al desarrollar este tema, es en relación con los términos, conceptos y definiciones de lo que son las falacias, — tópico que ya hemos abordado en nuestros episodios del podcast dedicados a la lógica y la fe —, y creemos que es algo necesario para hablar un mismo lenguaje en este tema.
En general hay un cierto acuerdo en la comunidad erudita acerca de los significados; en la cual se nos dice que dentro de la facultad de razonar, pensar e inferir en relación con la verdad, el ser humano tiene la posibilidad de hacerlo correcta o incorrectamente; además de poder comunicar estos razonamientos a otros en un proceso de aprendizaje, debate o diálogo que permite la transferencia de información y conocimiento: verdadero o falso, y que puede estar en correspondencia o no con la realidad material e inmaterial.
Se reconoce entonces que al hablar sobre falacias, sofismas y paralogismos, estamos hablando de la realización de inferencias falsas o razonamientos incorrectos en relación con algún tema o disciplina y, por tanto, expresar un conocimiento falso, erróneo o mentiroso.
Las falacias son por lo tanto argumentos, opiniones o pensamientos que podrían parecer válidos y verdaderos o que se presentan como afirmaciones de verdad, pero que en realidad son inválidos y ocultan un error en su construcción lógica, llegando a conclusiones falsas, o partiendo desde premisas falsas, y por lo tanto ser incorrectos.
Las falacias como dijimos suelen darse en el diálogo y el acto comunicativo de los sujetos: dialogo interno o externo, engañándose uno mismo o engañando a los demás en actividades de enseñanza, en debates, en presentaciones, intercambio de ideas, etc., y a su vez estos actos comunicativos pueden tener diferentes intenciones.
Aunque hay autores que se refieren a los términos sin distinción alguna, los conceptos no son idénticos, y comúnmente las diferencias que se llegan a destacar en los conceptos están relacionadas con esta intencionalidad del interlocutor. Los tres términos hacen alusión a un argumento falso, sin embargo, el sofisma se considera como un acto deliberado, con una intención de engañar o presentar con apariencia de verdad algo que no lo es, con conciencia; es una especie de trampa retórica que busca sacar un beneficio, dañar o manipular. El sofisma se nos dice que requiere un alto nivel de inteligencia con un toque de maldad, ya que es una especie de juego lingüistico bien elaborado o pensado, y debe presentarse hábilmente para que algo aparezca como verdad cuando no lo es.
Por otro lado, el paralogismo se considera como un razonamiento falso, pero que carece de intención de engañar, basado más bien en la ignorancia, confusión o en un error de inferencia. Hay autores que llaman a ambos términos “falacia", es decir, se refieren al falso argumento de forma general, sin importar la intencionalidad, y a partir de la intención se determina si es una falacia por sofisma o paralogismo.
Hay quienes manejan otra taxonomía e incluyen también el mismo término “falacia” dentro de la clasificación de engaño deliberado, como sinónimo de sofisma, y lo distinguen del paralogismo como distinto de ambas.
Para fines prácticos de este escrito, usaremos la primera clasificación, llamando falacia a ambas formas, independientemente de su intencionalidad, aunque reconociendo que hay de dos tipos: “sofisma” y “paralogismo”.
Aterrizándolo al tema que nos compete, una falacia nos lleva a una falsa doctrina: una falsa enseñanza, una falsa interpretación, una lectura equivocada y una opinión que no se ajusta con la verdad bíblica; hecho esto deliberadamente o por error. La búsqueda de la verdad se corresponde con la captación lógica, coherente, ordenada y en correspondencia con la realidad de algún asunto particular y por lo tanto se debe basar en un análisis, discernimiento y conocimiento fundamentado.
FALACIAS DENTRO DE LA IGLESIA
Es una realidad que dentro de la iglesia encontramos este tipo de falacias, errores y falsas enseñanzas; ya sea con una mala intención o por ignorancia, y una vez que hemos distinguido conceptualmente lo que implica cada una, sería interesante e importante reflexionar en torno a los temas en dónde hemos encontrado este tipo de enseñanzas y sobre la forma de actuar al respecto.
En la biblia misma podemos encontrar algunas enseñanzas sobre las acciones recomendadas ante estos engaños y falacias, y sobre algunas acciones que somos llamados a imitar.
Ante los falsos profetas y maestros que se presentan dentro de las iglesias, la actitud primordial es corregir a la luz de la verdad y hacer una defensa de la verdad. La dureza o forma de corrección dependerá de algunos factores humanos, de la intención del interlocutor y de la forma particular de llevar el caso por parte del Espíritu Santo. Sin embargo, sí encontramos una mayor severidad cuando podemos reconocer la intención del interlocutor al querer engañar de forma deliberada; ya sea para tener más gente en sus congregaciones o más seguidores, ya sea para decir lo que los demás quieren escuchar, para justificar posiciones o formas de vivir que se ajusten a ciertas ideologías o pensamientos, para sacar dinero o hacer negocio, para provocar miedo, provocar al error y al pecado, para engañar sobre un aspecto puntual, por el simple hecho de querer ganar un debate, para generar un clima emotivo y tener una cierta respuesta. Por otra parte, hay ocasiones en las que la intención no es la de engañar, y simplemente se hace por ignorancia y por error: por repetición de cosas escuchadas, por falta de criterio ante malas enseñanzas, por incorrectas inferencias de razonamiento, etc., ante lo cual somos llamados a buscar corregir con amor, paciencia y aptitud pedagógica.
Con respeto y humildad, pero con firmeza, debemos oponernos a las falacias de la cristiandad, y perfeccionarnos en el camino del conocimiento de la verdad en la enseñanza, y por esta razón queremos mostrar a lo largo de este tiempo una serie de enseñanzas y argumentos que creemos incorrectos.
En sucesivas entradas y podcast presentaremos una serie de falacias que iremos ampliando poco a poco, con la intención de reflexionar acerca de ellas y poder tomar distancia para corregir lo que sea necesario de ciertas ideas, sin el afán de desacreditar o lastimar, sino buscando crecer e invitando como siempre a quien guste colaborar, a que nos ayude en la labor.
ALGUNAS CITAS BIBLÍCAS AL RESPECTO.
“Llegará el tiempo en que la gente no escuchará más la sólida y sana enseñanza. Seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír.” (2 Timoteo 4:3 NTV)
“Entonces ya no seremos inmaduros como los niños. No seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. No nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad.” (Efesios, 4:14 NTV)
“En Israel también hubo falsos profetas, tal como habrá falsos maestros entre ustedes. Ellos les enseñarán con astucia herejías destructivas y hasta negarán al Señor, quien los compró. Esto provocará su propia destrucción repentina. Habrá muchos que seguirán sus malas enseñanzas y su vergonzosa inmoralidad; y por culpa de estos maestros, se hablará mal del camino de la verdad. Llevados por la avaricia, inventarán mentiras ingeniosas para apoderarse del dinero de ustedes; pero Dios los condenó desde hace mucho, y su destrucción no tardará en llegar. (2 Pedro 2:2-3 NTV)
“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” (Judas 1:3-4)
Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. (1 Timoteo 6:4)
“Corrige al sabio y te amará” (Proverbios 9:8)
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17)
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. (1 Juan 4:1)
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. (Colosenses 2:8)
“Presta atención a la sabiduría y conságrate de todo corazón a la inteligencia. Llama con todas tus fuerzas a la inteligencia y pide a gritos entendimiento. Busca la sabiduría como si fuera plata, como si fuera un tesoro escondido. Entonces aprenderás a respetar al SEÑOR, y sabrás lo que es conocer a Dios. Porque el SEÑOR es el que da la sabiduría; el conocimiento y la ciencia brotan de sus labios. Él da sabiduría a la gente que es justa con los demás, y protege a los que viven honestamente; cuida el camino de los justos y protege la senda de los que le son fieles. También comprenderás lo que es la justicia, la honestidad y la igualdad, y todo buen camino. (Proverbios 2:2-9)
“Libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras.” (Proverbios 24:11-12)
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